Un amigo de Facebook, hizo
público una fotografía de un documento estadístico de las unidades educativas
existentes en Cochabamba en 1914 (hace 100 años), en dicho documento se
describe la situación emergente que se vivía en ese entonces, a causa de la
apertura de unidades educativas que pretendían, imponer nuevas reformas en el
proceso enseñanza y aprendizaje; la tutela de la administración académica de
dichas unidades educativas, correspondía a la universidad, a la cabeza de su
Rector, por lo que, toda solicitud de reformas ya sean pertinentes o no del
sistema educativo, había que hacerlas a la universidad.
El Amigo, cuyo nombre es Roberto
Laserna, se sorprendió con el hallazgo, y mucho más aún, que desde hace una
centuria y quizá más, estamos, como país, con el eterno tema de la reforma
educativa; él amigo, plantea pertinentemente, que quizá sea mejor no hablar de
reforma, sino de anti reforma; claro si las reformas nunca dan resultado, lo
mejor es hablar de una anti reforma, en el sistema educativo nacional. Por más
contradictoria que esta parecería ser, sin embargo parece también tener la
coherencia, y asumirla como un buen planteamiento, la “ANTI REFORMA EDUCATIVA
NACIONAL DE BOLIVIA”.
Y claro, si la reforma
permanentemente ha buscado las diferencias de forma y no de fondo, entonces la
anti reforma debe estar incrustado en las cosas de fondo, tales como, el de
definir como supremo objetivo de la educación, “al conocimiento”, ya que al
parecer las reformas buscan como fin supremo tan simplemente “la titulación”.
Si definimos como bien supremo de
la educación “al conocimiento”, sin embargo esto, es un proceso constante y
continuo que tiene que ver con cada individuo, sus predilecciones, sus
creencias, sus necesidades, sus entornos, sus internalidades y externalidades, sus estrategias y maneras de encarar
diferentes problemáticas, en fin la vida misma, que define a un individuo
dinámico, y sin límite, en contraposición de lo que representa la estructura
educacional y el sistema educativo, la misma que se encuentra limitada, esta
tiene un límite y acaba con la titulación, que supone la acreditación del
conocimiento con un título, ya sea esta de bachiller, título de técnico medio y
superior, título de licenciado, título de bachiller superior, título de
diplomado, título de maestría y los supremos títulos de doctores phd y mas…, además
suponen que para la obtención del grado superior, debe necesariamente contar
con el título del grado inmediatamente inferior, y así sucesivamente, montándose
una superestructura del titulismo.
Y el ciudadano, que cuenta con
supremas estrategias de vida, y a cada paso desarrolla otras tantas, en el
avatar de su existencia, merece un título?, por más innovador que sea su
estrategia puesta en práctica de su solución a problemas concretos, merece un
título?, por más eficiente que esta sea, merece un título?, yo creo que si
merece un título, además in crescendo, en función de la trascendencia de la
solución innovadora, no obstante que este no haya cursado estudios e incluso
ningún estudio en la estructura educativa que impone el titulismo, dado que
ahora y siempre, uno no necesita de la estructura educativa, para generar su
propio conocimiento, ni que decir en estos tiempos, en que la información brota
a raudales y se encuentra disponible en donde sea, requiriendo tan solo de
mente acuciosa y creativa, que puede disciplinarse en función de la iluminación
del tema emprendido.
Ese ciudadano, es merecedor de un
título, convengamos que el conocimiento si requiere de una acreditación, pero
esta acreditación, no necesariamente debe pasar por la estructura educativa,
mediante reformas educativas perennemente fracasadas, sino que se debe
habilitar opciones de titulación, que acrediten su conocimiento mediante un
sistema de acreditación nacional abierta y amplia.
Quizá el sistema nacional
existente, relacionado a derechos de autor, debería ser ejemplo para lograr la
acreditación del conocimiento, claro, un innovador, presenta su invento,
sistema, modelo, mecanismo, teoría, novela, música, poema, diseño, para patentarlo como de su autoría. A la
entidad de derechos de autor poco le importa el título del autor, le interesa
el producto que se ha presentado, para optar el derecho de autor, por lo tanto
considero, que esta entidad, debería ser la encargada de otorgar títulos al
conocimiento del emprendedor, finalmente el producto vale simplemente por o
sirve o no sirve, en tanto que el actual sistema del titulismo no sabemos, ni
nunca lo sabremos si sirve o no sirve, ya que es tan solo un disfraz, que no
necesariamente acredita sapiensa.