miércoles, 5 de junio de 2013

Al amigo entrañable que en paz descanse

La última vez que lo vi, todo vigor ya había desaparecido, me acerque a saludarlo, y su voz tan solo era un susurro, mi mano al contacto con el suyo, sintió el peso absolutamente ligero de su mano. Le comente que yo había decidido residir en Santa Cruz, a lo que él contesto, que era la mejor de las decisiones que había tomado, no hablamos más, porque la mujer que lo acompañaba, lo cuidaba con un recelo propio de la enfermera que cuida a un convaleciente; pensé que también, él había tomado la sabia decisión de venirse a vivir a Santa Cruz, pero no fue así, nunca más lo vi, de tiempo en tiempo, llamaba a su eterno número de celular, desde las épocas de la única operadora de teléfonos móviles en Bolivia (Telecel), y todo era un incesante llamar y llamar, con la esperanza de que en algún momento conteste la llamada, pero no, solo se escuchaba el zumbido lejano de celular viejo y olvidado, quizá visto, pero nunca más después contestado.

Qué fue de él, me preguntaba, y cuando me encontraba con alguien que alguna vez supe que le conocía, también le preguntaba, sobre que se sabía de él, y no había referencia alguna, respuesta alguna, supe que vivía en un edificio de la Arce (La Paz), desde antes, al cual jamás invito a nadie, que vivía con su mamá, pero no sabía en qué piso o qué departamento le correspondía, inútil buscar más, inútil indagar más, quizá a lo mejor, lo que él quería, era simplemente estar ausente de todo, sin importuno alguno.

Como puede ser que la llama ardiente, la flama encendida, el continuo arrebato, la respuesta precisa a momento coyuntural difuso, pueda de pronto callar, desaparecer sin más ni más, no dando razón alguna a nadie de todos los que lo buscaban como referencia importante?.

Como puede ser que aquella energía siempre desbordante, de trabajo continuo, de meditación extenuante, de ideas e ideales siempre luchados, defendidos, impulsados, manifestados, de la manera más enérgica posible, pretendiendo contagiar, pretendiendo influir en el otro, el ánimo permanente para masificarlo y finalmente hacer la movilización suprema siempre añorada, de cientos de miles marchando, luchando con la consigna bien puesta y planteada, y aún a pesar de este desgaste energético, siempre encontrando tiempo para la yapa de gasto energético, de saltar en los boliches, donde,propina extra de por medio, hacia colocar, los viejos cassettes de grabación, con música roquera del estilo casi siempre de “Status Quo”, “Jimmy Morrison”, y otros cuyos ruidos estridentes para unos, era la gloria de la plasmación del verdadero ritmo, que le llegaba hasta las entrañas, generando así explosiones en los movimientos más exaltados, en una coreografía difícilmente de ser imaginado, por aquella mayoría de la cumbia, la salsa y peor la música chicha existente en ese entonces; llegando incluso a veces a romper las escenografías de los boliches de pequeño espacio, o fracturándose algún hueso, solo ahí se aquietaba un poco, para después recomenzar.

A esta hora en que escribo esto, quizá le estén enterrando, hoy supe a través del Aula Libre, que falleció; no puedo estar para acompañar a su último sepelio, pero estoy seguro que aquellos que asistan, echaran el clavel rojo en su sepultura, de su eterna ideología la Social Democracia.

Al parecer Bernardo, eres el último de los Inch’s, de esa casta que supo hacer del Sur de nuestro país el emporio del famoso, fragante y riquísimo singani, al que tus ascendientes le pusieron el nombre de “Majuelo”, haciendo que todo el mundo en Potosí y Chuquisaca, se refieran al singani con el nombre del Majuelito, majuelito este que al tomarlo, todo el aroma se esparcia y difuminaba invitando a tomar más y más. Adios Majuelo nunca más lo volvimos a ver, ni a tomar, y así como tu singani, desapareces voz.

Eterna Paz a ti querido compañero y amigo “Bernardo Inch”.

lunes, 3 de junio de 2013

UNA ANECDOTA SABROSA Y REFLEXIVA

El Chino de Sopocachi de la ciudad de La Paz, me hizo recuerdo a una anécdota de los palitos chinos sucedido en Potosí, hace como unos cinco años atrás; estando en residencia en esa Poderosa y Telúrica Ciudad.
Un día, luego de haber asesorado una tesis de economía, decidí ir a servirme algo no tradicional potosino, y el amigo de la tesis, me comento de la existencia de una chifa en la calle Bustillos (lateral a la Casa... de Moneda); como él conocía dicho lugar, le pedí que me acompañase, convidándole a servirnos dichas deliciosas comidas chinas.

Ya estando en el lugar y luego de haber seleccionado los platos chinos, esperando estos, nos encontrabamos consumiendo una deliciosa jarra de refresco, pero me di cuenta de que aún no me habían traído los palitos chinos solicitados, tal y como estaba acostumbrado, a servirme con ellos, en cualquier chifa al que asistía.

Pues tuve que insistir en que se me de los palitos chinos, dado que nadie decía nada, hasta que le trajeron la comida a mi amigo, y nada de los palitos chinos; debido a la desatención de parte del mesero a mi solicitud, me acerque al dueño del local, este era un chino, de unos 30 a 35 años, con una melena desordenada y demasiado flaco, en apariencia mía, más flaco de lo que habitualmente son los chinos, quien además era el que elaboraba las comidas que se servían en dicho lugar.

Cuando le solicite que se me diesen los palitos chinos, el tipo monto en cólera, gritándome, que ahí no había palitos chinos, viéndome con una especie de rareza extrema...no me deje amedrentar y le solicite que me prestara los suyos, los que el utilizaba para comer sus platos chinos...monto aún más en cólera, gritando...aquí no habel palitos chinos!!!, con un aire de desprecio; entonces yo le dije que no me serviría la comida ya preparada que era llevada a mi mesa.

Hubiesen visto!!!...su reacción!!!...era el mismo demonio flaco!!!, abriendo desmesuradamente sus pequeños ojos, con sus cabellos alborotados, y blandiendo de aquí para allá su hacha despresadora de huesos, e instigandome a que comiese lo que el había servido.

Yo tranquilamente le dije, mientras no haya palitos chinos, yo no como nada, y no pago nada, mientras mi amigo (pobrecito de el) andaba tan asustado, asombrado y alborotado, sin saber a quién dar la razón, si al chino o a mí.

Clavo el hacha en la mesa!!!, en la que se encontraban los dos platos, gritando...tu comel, tu pagal!!!; mientras otro comensal salía prontamente, junto a la que parecía su esposa huyendo del local, estos, corrieron a la policía de la Plaza 10 de Noviembre, situado cerca de allí, y casi inmediatamente llegaron estos y se ocuparon del caso.

Así que hubo intento de homicidio, y se llevaron como prueba el mantel atravesado por el hacha, los policías me solicitaron identificar el arma contundente, llevándome a la cocina, en ella habían varias hachas y cuchillos de todo tipo y calibre, imposibles de ser diferenciados por mí, así que, ante la intención de la policía, que pretendía llevarse todos esos enseres, tuve que inventarme algo similar al que blandió el desaforado chino.

Ya en las oficinas policiales, vinieron las declaraciones e indagaciones, y todo bordeaba sobre los benditos palitos chinos, llegó el hermano mayor del chino junto a una abogada (este otro también tenía una chifa en la calle Sucre), la abogada consciente de la gravedad del caso, me pregunto qué es lo que yo deseaba, para poner en libertad al ya preso chino; pues le dije…lo único que quiero es que en las chifas en todas la chifas tengan palitos chinos; el hermano del preso, me aseguraba y garantizaba que él me daría los palitos chinos en su chifa, pero que ayude a liberar a su hermano.

Cuando, el preso salió de la carceleta, mas desgreñado y oprimido que antes, a fin de firmar las garantías, aun delante de la policía, seguía insistiendo, que cómo en Potosí se van a dar palitos chinos, eso está bien para La Paz o Santa Cruz, pero en Potosí?, en un acto que finalmente parecía altamente discriminatorio (más bien que en ese entonces no había a ley contra la discriminación).

Al día siguiente en los titulares noticiosos, estaba... el intento de homicidio del súbdito (termino este ampliamente utilizado en temas policiales en los medios bolivianos) chino contra un ciudadano potosino, pero además uno de los conductores, que presentaban la noticia, añadió a su lectura su opinión, diciendo...habíase visto, un potosino pidiendo palitos chinos. En una clarísima actitud de inferioridad y subestimación de la calidad de los potosinos
.
Vaya anécdota no!!!

Esto de comer con los palitos chinos se me hizo costumbre a partir de mis clases de japonés en la Sociedad Japonesa de La Paz, en donde nos enseñaron a comer con palitos chinos y realmente el sabor de la comida es diferente, por lo menos para mí, es otra cosa, sentir la comida servidos con estos.
Sin embargo más allá de la anécdota, el chino, los palitos chinos, este cuento conlleva la involución sufrida por una de las otrora principales ciudades metrópoli del mundo, la ínclita Villa Imperial, ciudad altamente rica, no solo por su explotación de la Plata, por la única arquitectura del mundo manifestada en sus portones e iglesias, sino por la confluencia en la misma de una población proveniente de los 7 mares, de los cuales provienen las ricas tradiciones que tiene esta, y únicas que además obligan a ese mundo rural que la invadió a asimilarse, sin embargo ese mundo rural, tiene una alta ignorancia de la otrora alta cultura que invadía esas calles, quedándose tan solo en una autodesvalorarización de sí mismos.
Por lo menos esto es lo que manifiestan aquellos que han hecho suyo las emisiones de los principales noticieros de televisión, que existen en esa ciudad; ojala estos tuviesen por lo menos la capacidad de leer las crónicas y leyendas de Potosí, o la reciente reedición de Arzans y Vela de la historia potosina, en tres tomos, que por su volumen, con seguridad espantan, a aquellos lectores de la letra fácil, dispuestos a hacer críticas sin mayor sustento y autosustento literario mínimamente.

La eterna historia

Que historia es esta?
A través de los años
Centurias y milenios
Vienen vagamente
Referencias varias
Conocimientos incompletos
Imágenes descritas
Más no vistas
Dejando tan solo
A la imaginación
Que vuela y pretende
Reflejar uno y otro rostro
Uno y otro cuerpo
Una y otra circunstancia
Sin tener la plenitud
Del momento vivido
En toda la significancia
De lo glorioso
Lo apasionante
Lo sublime
Pero también
De la angustia
La desesperación
Y el infortunio
Que a cada personaje
De esta larga historia
Terriblemente humana
Le ha tocado
Unos para trascender
Otros para mantener
Lo trascendido
Y preparar la nueva
Trascendencia
Manifestado
En siempre pocos
Que trascienden
Uno y otro dándose sentido
Para su propia existencia
Esta es la historia
Eterno conflicto
Eterna necesidad
Eternamente insatisfecha
Si tan solo mi sosiego
Fueses tu mujer
Ante tanta infinitud
De acontecimientos
Que espantan
Pero que también atraen
Como aquel que sabe
Estar pronto en un abismo
Imposible de evadir
Satisfecho tan solo
Con saborear tu belleza
Contemplándote
En la plenitud
Del momento exiguo
Y guardando para siempre
La imagen hermosa
Con el cual después perecer
Todo, todo, todo
Parece estar destinado
En mi a trascender
Ya sea en la necesidad
De hacer historia
O ser historia
En la consecución
De tu amor por mi
Cuando mi amor
Se desborda ya
Por ti